Es medianoche de domingo y estamos solos tú, que tal vez leas lo que escribo, la música de “Midnight In The Garden Of Good And Evil” y yo.
La música es siempre una buena compañía, a mí me hace pensar en la pequeñez del ser humano y a la vez en su grandeza.
Si te pones a cavilar un poco, te darás cuenta de que el tiempo que dura la vida humana, es apenas un suspiro en la inmensidad del Universo conocido, sin embargo cuántas cosas bellas y terribles hemos sido capaces de crear. No quiero hablar de las terribles, en definitiva esas siempre tendrán un mal recuerdo. Las bellas, sin embargo perdurarán; y al igual que hoy nos interesamos por los innumerables misterios que todavía esconden los tiempos pretéritos, quienes nos sucedan disfrutarán al igual que yo del ritmo incomparable del Jazz, porque me gusta el Jazz clásico, el del sur de los Estados Unidos, el que nació entre los negros que, a pesar de la discriminación y los sufrimientos, fueron capaces de crear sonidos incomparables, de darle tanto sentimiento, de ponerlos a llorar, alegrarse y vivir en la música.
Pero no solo el Jazz es mi preferido, toda música capaz de tocarme el alma, va conmigo para siempre. Sucede lo mismo con la pintura, puede que me consideres tonta, pero a veces he llorado al contemplar algunas de ellas; no creo que padezca alguna enfermedad nerviosa, como una vez me dijo alguien a quien le escaseaban las neuronas, y a quien ni la música, ni la pintura, ni muchas otras cosas eran capaces de conmover. Sí, nunca faltan los que están tan cerca de la naturaleza que solo les hace falta dar un salto para volver al árbol y al gruñido ¡Qué hacer! El mundo es diverso y precisamente en su diversidad está su encanto.
Aquí estoy en mi isla personal, la de la música, la noche, la conversación conmigo, contigo. En la isla de la espera por el lunes y el regreso al mundo real, el de las pasiones altas y bajas, pero pasiones al fin. El mundo de la gente que corre, se agita, se entusiasma, que lucha, ambiciona, espera y se exige, sin detenerse a pensar que es apenas un punto en el infinito espacio del tiempo universal.
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